"La Administración Nacional de Puertos contó también con su Astillero y Varadero el cual supo ser reservorio de muchos oficios portuarios que en algunos casos eran ejecutados por verdaderos artistas.
Dentro de las distintas instalaciones de este lugar se alojaban los remachadores, el fraguador, el calderero, los soldadores, junto con el sopletero; además se hallaba allí la sección de mecánica naval, la de tornos, calderería de cobre, los operarios de maniobras, velería y cabullería".

Juan Pedro Gilmes

martes, 16 de octubre de 2012

La Historia

 La historia de las distintas dependencias obreras de la ANP

 En el año 1913, terminadas las obras ampliatorias del Muelle B y Dársena A, con sus instalaciones modernas de carga y descarga, la Dirección del Puerto (M.O.P), considerando la imprescindible necesidad de la conservación y vigilancia del valioso utilage portuario, resolvió la instalación de un galpón de pequeñas proporciones, ubicándolo en la Rambla, frente al Muelle B, dotándolo de algunas herramientas y unos pocos operarios.
 El aumento creciente del material portuario, aumentando con más locomotoras, guinches, etc., indujo al Ministerio respectivo, a la ampliación de aquel tallercito dividiéndolo en secciones para un más hábil funcionamiento, y constituyéndose entonces, la Sección Mecánica, tornería, Fraguas y Calderería de hierro. Puede decirse que de allí arrancó la progresión ascendente de los Talleres a su envidiable situación actual.
 La Guerra Mundial del año 1914, creó grandísimas dificultades para la adquisición de determinados materiales y repuestos especiales; el esfuerzo considerable realizado por talleres, en aquella época, para la construcción de los referidos repuestos, que impidió la paralización de los elementos mecánicos del puerto, no fue valorizado: jefes y operarios idearon y trabajaron en silencio: el tesón y la habilidad del personal de Talleres suplió perfectamente la carencia de importación, y la máquina portuaria no se detuvo por falta de elementos.
Vapor Artigas en el Puerto de Hamburgo 1920. Poseer una flota mercante estatal fue clave para el desarrollo de los talleres portuarios y sus 3000 trabajadores.

 Poco después se produjo la requisa por parte del Gobierno Nacional de los ocho barcos alemanes fondeados en el Puerto de Montevideo, y los talleres se vieron abocados nuevamente a una tarea excepcional. Reparaciones navales a fondo, pintura general de los barcos, reconstrucción casi total de muchas partes de los mismos, obligaron a disponer de un personal numerosísimo. Se trabajaba de día y de noche pues era menester disponer a breve término de aquellas bodegas inactivas para el movimiento de todo lo exportable del país. Había orden de no detener un solo momento los trabajos, y en esa oportunidad pudo apreciarse, en esa labor de gran impulso el caudal de aquellos obreros que consiguieron capear un temporal difícil, casi sin las herramientas necesarias. Trabajaban entonces, en las distintas ramas que ya abarcaba, la mecánica naval y portuaria de talleres, la elevada cantidad de tres mil operarios. Y así llegó al año 1918. Todavía funcionaban en el primitivo galpón frente al muelle B, la sección Fundición, y la Carpintería General y Sección Modelos ocupaban una parte del viejo local que también servía de sede al cuerpo de Bomberos, ubicado en un antiguo edificio, también frente l muelle B. Se construyó ese año, aprovechando los materiales del Depósito “Detalles” demolido en esa oportunidad, un galpón frente a la calle Río Branco, trasladando al mismo, por exigirlo así la amplitud de los trabajos, la Carpintería y la Sección Modelos. Fue una construcción económica casi con solo los gastos de la mano de obra. Poco más tarde se trasladó también el taller de Fundición a la zona que tiene como límite la calle Río Branco, quedando, más o menos concentradas las distintas dependencias siempre en la esperanza de poder disponer de un local modelo que ya imponen las necesidades e importancia de los servicios. Como los talleres deben cubrir sus gastos y sueldos con el producto de sus trabajos y algunas oficinas del estado, no los abonaban por carencia de recursos o excesiva lentitud en los procedimientos, pasaron por épocas de dura prueba, retrasados los obreros en el cobro de sus haberes, paralizadas las obras por falta de dinero para comprar materiales, agotado el crédito y reduciéndose al mínimo el personal experto que buscaba rumbo más propicios. Pero los superiores y los subalternos, jefes, capataces y operarios, perseveraron y el éxito coronó el tesón. Así llegó el mes de abril de 1933, en que por Decreto del Poder Ejecutivo fueron anexados a la Administración Nacional de Puertos los Talleres, unificándolos con los astilleros portuarios colocando las dependencias de Dragado, Conservación de Obras y talleres y Varaderos, bajo la dirección de la División de los Servicios Técnicos, a cuyo frente, desde aquella fecha, se encuentra un ingeniero de inteligencia tan elevada como modesta, de una sorprendente capacidad de trabajo, dinámico sostenedor y propulsor de la obra de los Talleres, y a quien el Puerto debe inviolables servicios, nos referimos al Director Técnico, Ing. Don Francisco Iglesias Hijes
Foto sup lanchón Julio 1947
Foto inf bloques de la grada  Agosto 1947
Archivo del Sr. H. Fulles
Fuente “Acción Portuaria” Diciembre de 1941.
 Trascripción Analía Fernández Gisolfo.

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